La autoestima se construye en el contacto con el otro, mediante la interacción que se establece en el seno de las familias, confrontando los valores y creencias que los padres han heredado de sus padres y esto de los suyos.
Establecer contacto con este hecho nos permite entender situaciones que de alguna forma nos afectan y limitan, permitiéndonos fortalecer nuestro hacer y aportar a nuestro entorno mayores herramientas de desarrollo. Ese aporte, será además recogido por las generaciones venideras, pues ellos también heredarán el término de nuestra conductas, sean felices o no.
De esta manera, podemos entender que somos el producto de muchas personas, de todos los familiares que nos anteceden y aportaron no solo sus razgos físicos sino además los psicológicos y espirituales, y que hoy podemos sacar de ello el mayor provecho. Solo debemos potenciar una comunicación efectiva, que nos permita expresar lo que sentimos, y terminar con los nudos críticos que nos limitan e impiden nuestro avance en ámbitos como el familiar y laboral. Somos producto de un colectivo, de la imagen que este proyecta y como tal debemos luchar por establecer una imagen armoniosa y serena que nos ayude a progresar como sujetos y como comunidad.
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